martes, 30 de agosto de 2016

La botica (o la tienda de los remedios)

La farmacia estaba llena de gente, así que me ha tocado esperar. Mari Carmen, la apotecaria, por demanda popular, ejerce de dependienta, consultora personal, psicóloga, asesora doméstica... el usuario paga lo mismo y ella no recibe un aumento de sueldo.

En estos momentos, está atendiendo a una señora, vestido ligero de verano, pelo recogido, chanclas.

Mari Carmen pasa por el lector de barras una cajita cuadrada de color amarillo. Consulta con la pantalla del ordenador y le dice:

- ¿Sabes qué tienes medicación pendiente? ¿Traes la tarjeta sanitaria?

- Uyyy.... ¡La tarjeta, dice! -la mujer del vestidito se vuelve a los demás que estamos esperando, como buscando audiencia para lo que va a añadir- La tarjeta saldrá cuando le dé la gana de salir... - vuelve la cabeza hacia la dependienta- No tengo ni idea de dónde está.

- Si pasa más tiempo, vas a peder los medicamentos. Esto caduca.

- Uyyyy.... ¡No me digas! - mirada asustada al foro que está participando en silencio de la conversación- ¿Y qué puedo hacer?

- Buscarla - responde rotunda Mari Carmen.

La mujer fija los ojos en la farmacéutica. La boca abierta, parece que va a replicar algo. De pronto, la cierra. Baja los ojos, recoge sus pertenencias (bolso, cartera, papeles... todo encima del mostrador) Se da la vuelta y, sin decir nada más, se va.

Mientras, Mari Carmen ya está atendiendo al próximo cliente.

Además de dependienta, asesora, consultora, psicóloga... pienso que Mari Carmen también es filósofa. No me extraña que siempre tenga la botica llena.






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