jueves, 29 de septiembre de 2016

De pañuelos, títeres y otros artilugios

Sala de exámenes para el acceso al Institut del Teatre de Barcelona. La propuesta para el ejercicio práctico es presentar una escena (breve) manipulando algún objeto que llevemos encima (pañuelo, papel, calcetín...) Nos dan un tiempo (poco) para prepararlo. Por mi apellido (es lo que tiene la letra A) soy de las primeras en presentarlo. Cometo todos y cada uno de los errores en los que caerán los otros candidatos, además de los míos propios.

El profesor del tribunal me dijo: “Nos ha gustado tu historia. Tu interpretación me ha atrapado. Eres muy expresiva. Eso sí, el objeto no tenía vida. No quiero verte a ti. Quien cuenta la historia no eres tú. El objeto tiene que brillar.” Tuve claro que me especializaría en interpretación actoral.

Esa fue mi primera experiencia teatral en relación con el mundo de la manipulación de objetos. La segunda, ampliada y de mayor duración, consistió en realizar el curso especializado en primero de Interpretación, ya como alumna del Institut.

Lo  cierto es que las premisas aprendidas esa tarde de examen fueron los pilares de todas las clases y aprendizajes posteriores durante todo un curso académico (y sospecho que durante toda una vida dedicada a este oficio y arte)

"Y ¿qué tienen que ver las marionetas y los guiñoles con la narración oral?", te preguntarás. "Me alegro que saques el tema - te respondo- Todo y nada"

En más de una ocasión he visto anunciada una sesión de cuentos, me acerco como público y me encuentro (ocurre con frecuencia en el sector infantil) con teatro de marionetas o manipulación de objetos.

¿Tengo algo en contra de este arte escénica? No, al contrario, me encanta. Soy espectadora de teatro de objetos y títeres, tanto en su versión para público adulto como infantil.

También soy narradora oral y disfruto, gozo, me enamoro, me emociono, me revuelvo y defiendo un espectáculo cuentero basado en la palabra, los gestos, los silencios, la mirada, lo sugerido, el espacio, los espacios, el imaginario... sin objetos. 

La lección que aprendí (por si alguien quiere tomar nota y aprovechar la experiencia ajena) de mis ilustres profesores y compañeros, durante el tiempo en Barcelona, fue:

"Cualquier objeto (bien sea un libro, un pañuelo o una marioneta) que se saque a escena tiene que aportar y nunca restar"

Pienso que hay una presión (por parte de madres, padres, profesorado, libreros...) demandando la parte visual en los espectáculos de narración oral: colores vivos, vestuario llamativo, muñecos varios, decorados brillantes ... Para que te hagas una idea: todo lo que en una foto queda resultón. Cuando se hace sin justificación escénica o argumental, para llenar tiempo de sesión, por justificar un precio, por suplir una carencia de creatividad.... empobrece al espectáculo y al profesional que lo presenta.

Si eres cuentero/a, lo sabrás ¿Cuántas veces te han preguntado "no te disfrazas", "no llevas decorado"? A mí, muchas. Me tomo mi tiempo y realizo una labor pedagógica con el cliente (que no usuario final) Y me dan ganas de cortar por lo sano y sólo responder: "No. Ofrezco una sesión de narración oral"

Estos días he tenido la oportunidad de asistir a dos estrenos de narración oral para niños. Las dos cuenteras manipulan objetos en sus propuestas: Ana María Caro y Andrea Ortúzar.

Ha sido un placer poder disfrutar de cuentos narrados de viva voz sin que guantes, teatrillos, muñecos y demás artilugios distraigan o entorpezcan la sesión. Al contrario, los dos montajes me han reconciliado con estas herramientas. Cada una con su estilo y lenguaje escénico, incorporan los objetos en sus historias de forma fluida, natural, sin apretar ni forzar.

Ya sabes, en cuanto tengas ocasión, te recomiendo que te acerques y disfrutes de sus sesiones de cuentos.

Mientras, ¿cuál es tu experiencia con el mundo de los objetos y la narración oral? Cuéntame, que te escucho. 


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