lunes, 19 de enero de 2015

Historias de amor y otras entregas: el reencuentro.

Si somos afortunados, si nos mantenemos alerta, con los sentidos a flor de piel, vivimos más de una historia de amor en nuestras existencias. 

Algunas son previsibles, pautadas. Otras se descubren sorprendentes, alocadas. 

En ocasiones, somos el objeto deseado y nos convertimos en protagonistas del romance. En otros lances, actuamos como meros espectadores, al margen del meollo amoroso, pero latiendo al unísono, por simpatía.

Si nos arriesgamos y nos envalentonamos nos transformamos en los desencadenantes del asunto: seducimos, cortejamos, conquistamos o fracasamos...

Los seres humanos somos enamoradizos por naturaleza. Seres apasionados, capaces de entregarnos en cuerpo y alma (y tiempo y dinero y energía, cueste lo que cueste). A pesar, (en ocasiones impulsados por) de todas las advertencias, ruegos y consejos de nuestros allegados.

Nos prendamos de una forma de mirar, de sonreír, de imaginar, de decir, de tocar, de oler, de callar, de olvidar, de ser.

Nuestra capacidad de amar es inmensa y no conoce límites: amamos a nuestra familia, a los amigos, a nuestros amantes, a nuestros gatos, perros y cobayas, a nuestros verdugos y a nuestras víctimas y, en ocasiones, incluso a nuestros cónyuges. 

Adoramos a nuestros escritores favoritos, no podemos vivir sin nuestro sofá de la siesta del domingo por la tarde, nos derretimos por el helado artesanal de chocolate. Somos hinchas de nuestro equipo, seguidores de una serie de televisión, admiradores del mejor grupo musical. Adeptos a nuestras marcas. No renunciamos a nuestro peluquero ni a nuestra vidente particular...

... y algunos nos perdemos en los libros.

Desgraciadamente, también hay libros que se pierden. Igual que salen a tu encuentro, llega un día en que desaparecen. Sin un motivo, sin una razón. Ayer estaban. Hoy, no.

Por eso me emociona tanto este reencuentro. Gracias, Vida.


*Advertencia: no todas las historias de amor tienen un final feliz. Y para muestra un botón: Historias de amor y otras entregas: la pérdida.



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